En lo personal me maravilla cuando una persona en realidad se detiene a considerar el punto de vista de otra en una discusión.
Generalmente las dos partes se enfrascan en argumentos cerrados, pero, tener la paciencia de escuchar y poder entender dónde se encuentra el otro y arriesgarse a estar uno equivocado, me parece una práctica que pocos se atreven.
El momento en que nos pillamos equivocados y aprendemos, o el otro se descubre en su error y corrige, es uno de mucha sabiduría y humildad que debe ser honrado.
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